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¿Qué es el Convite Urbano?
El Convite Urbano es un Laboratorio Visual y Sonoro Comunitario, en el que se da el encuentro entre profesionales de diferentes disciplinas, ciudadanos, comunidades, investigadores, fundaciones e instituciones, que le apuestan a reflexionar en torno a la ciudad. El Convite, por tanto, busca ser una bisagra entre la investigación, la experimentación creativa y el trabajo con comunidades urbanas, que apuesta por ser parte de las redes locales colaborativas.
¿Cómo surgió?
La “anfitriona” del convite, Sandra Pulido-Chaparro, presentó el proyecto “LaCasa. Aspirational cartographies”. A la convocatoria Knowledge Mobilisation Award con Urban Studies Foundation Este resultó ganador y de ahí surgió la invitación a artistas, arquitectos, antropólogos, psicólogos, comunicadores sociales, a la comunidad de los barrios en los que ella trabajaba, y a personas de otras partes de la ciudad para construir y participar en el primer convite urbano sobre barrios de autoconstrucción consolidados en una zona privilegiada en Bogotá. El trabajo conjunto se materializa en este ambiente digital transmedia y transdisciplinario, en el Laboratorio comunitario Convite (visuales- sonoro) y una exposición itinerante.
¿Por qué se llama el Convite Urbano?
El convite es la acción y efecto de convidar en torno a una fiesta con comida y espacios para compartir. En este Convite Urbano están convidados a reunirse, a reflexionar en y sobre la ciudad, a construir nuevas formas de imaginar y representar la ciudad y a establecer redes aquellos actores que viven, experimentan y practican la ciudad.
¿De qué se trata este primer Convite?
En el primer convite urbano estamos reflexionando, representando e investigando sobre barrios de autoconstrucción consolidados en Bogotá ubicados en una zona privilegiada de la ciudad. Un trabajo que también nos invita a superar la polémica de la "ciudad formal, ordenada y planificada" frente a la "ciudad informal, desordenada y caótica", para así, como señala Ananya Roy (2005), lograr un mayor reconocimiento de la complejidad y la naturaleza paradójica de la vida urbana.
¿Cuáles son los objetivos del ambiente digital del Convite?
1.Ser un dispositivo transmedia y transdisciplinar de divulgación y transmisión de conocimiento, principalmente de la investigación doctoral “Antes no éramos nada, ahora no somos todo lo que queremos ser”. Posicionamientos de clase en barrios de autoconstrucción de origen ilegal en Usaquén, Bogotá”.
2.Ser un espacio digital abierto a nuevos relatos y narrativas, que provoquen otras formas de mirar, escuchar y hacer presentes las diferentes formas de habitar y experimentar los barrios y la ciudad.
3.Consolidarse como repositorio y archivo de información sobre los barrios y la ciudad de forma articulada.
4.Ser una plataforma digital transmedia que recoja los productos creativos del trabajo colaborativo del Laboratorio comunitarios visual y sonoro del primer Convite.
¿Por qué el ambiente digital del Convite tiene forma de cuaderno?
El cuaderno es el objeto y concepto que representa el puente interdisciplinario y de construcción de conocimientos sobre la ciudad. El cuaderno es el compañero permanente del artista, dibujante e ilustrador, en el que guarda sus primeros bocetos; el arquitecto lo usa como una forma básica de comunicación en el que imagina, representa y registra la ciudad; para el maestro de obras es el lugar en el que hace anotaciones sobre el tamaño de la vivienda, los materiales, la plata que se necesita; para el antropólogo, el diario de campo es un instrumento indispensable para registrar los diálogos con la gente, sus descripciones, preguntas interpretaciones de investigación; para el viajero es una herramienta para recordar los lugares a visitar y preservar sus memorias de los lugares que ha recorrido.
El cuaderno también representa el proceso de elaboración en sí, que se construye, que se transforma, modifica, como las mismas casas de autoconstrucción, que están en constante construcción, que tienen un carácter incompleto y/o de indeterminación. Estas casas son construidas con la colaboración y participación de diferentes manos, como este cuaderno que está hecho y elaborado por diferentes manos y voces, que tejen, piensan y reflexionan en cómo representar, construir y divulgar la investigación urbana, al tiempo que seguimos construyendo conocimiento con la gente en la ciudad.
¿Qué puedes ver en el cuaderno del Convite Urbano?
Al pasar por cada página usted verá un ensamblaje de diferentes narrativas, textuales, visuales, sonoras, digitales, en las que se informará, reflexionará, pensará o imaginará los barrios de autoconstrucción consolidados y la ciudad de Bogotá. Al adentrarse en él, se encontrará con el cuaderno de un dibujante, de un arquitecto, de un maestro de obras, de un etnógrafo, de un viajero o de caminante de la ciudad, o del conjunto de ellos; y en el que, además, se le convida a que haga parte con su lectura, comentarios, a que nos contacte y, tal vez, en un futuro se anime a nuevos convites que se construyan en torno a la ciudad.
What is the Convite Urbano?
Convite Urbano is a Visual and Communitary Sound Laboratory where professionals from different disciplines, citizens, communities, researchers, foundations and institutions, who are interested on reflecting on the city, meet. Therefore, the Convite seeks to be a hinge between research, creative experimentation and work with urban communities, which is committed to being part of local collaborative networks.
How did this come about?
The “host” of the convite, Sandra Pulido-Chapparro presented the project “La Casa. Aspirational cartographies” to the call Knowledge Mobilisation Award con Urban Studies Foundation This project was the winner and, as a result, invitations were sent to artists, architects, anthropologists, psychologists, social communicator, to the community of the neighborhoods in which she worked, and people from other parts of the city. The idea was to build and to participate in the first Convite Urbano on self-constructed neighborhoods that are consolidated in a privileged area in Bogotá. This joint work materializes through this transmedia and transdisciplinary digital environment, through the Community Laboratory Convite (visual-sound) and through a travelling exhibition.
Why is it called the “Convite Urbano”?
A convite, which is the the Spanish word for treat, is the action and effect of inviting around a party with food and spaces to share. In this Urban Convite, those social actors who live, experience and practice the city, are invited to meet, to reflect on and in the city, to build new ways of imagining and representing the city and to establish networks.
What is this first Convite about?
In this first Urban Convite, we are reflecting, representing and researching about consolidated self-constructed neighborhoods in Bogotá located in a privileged area of the city. A work that also invites us to overcome the “formal, ordered and planned city” controversy against the “informal, disordered and chaotic city” one, in order to, as Ananya Roy (2005) points out, achieve greater recognition of the complexity and the paradoxical nature of urban life.
What are the objectives of the Convite digital environment?
1. To be a transmedia and transdisciplinary device for the dissemination and transmission of knowledge, mainly from the doctoral research "Before we were nothing, now we are not everything we want to be. Class positionings in neighborhoods of self-construction of illegal origin in Usaquén, Bogotá".
2. To be a digital space open to new stories and narratives that provoke other ways of looking, listening and making present the different ways of inhabiting and experiencing the neighborhoods and the city.
3. To consolidate itself as a repository and archive of information about the neighborhoods and the city in an articulated way.
4. To be a transmedia digital platform that gathers the creative products of the collaborative work of the Visual and Sound Community Laboratory of the first Convite.
Why is the digital environment of the Convite shaped like a notebook?
A notebook is an object and concept representing a bridge of interdisciplinarity and the construction of knowledge about the city. The notebook is the permanent companion of the artist, draftsman and illustrator, in which they keep their first sketches; the architect uses it as a basic form of communication in which he imagines, represents and registers the city; for the master builder, it is the place where he makes notes about the size of the house, the material and the money required; for the anthropologist, the field diary is an indispensable tool to record dialogues with people, their descriptions, research questions and interpretations; for the traveler, it is a tool to remember the places to visit and preserve his memories of the places where he has been.
The notebook also represents the process of elaboration itself, which is built, transformed and modified. It is like self-built houses, which are under constant construction because they have an incomplete and/or indeterminate character. These houses are built with the collaboration and participation of different hands, just like this notebook which is made and elaborated by different hands and voices that weave, think and reflect on how to represent, build and make public urban research, while we continue to build knowledge along with the people in the city.
What can you see in the notebook of the Convite Urbano?
Going through each page, you will see an assembly of different textual, visual, sound and digital narratives, in which it will be informed, reflected, thought or imagined the self-constructed neighborhoods and the city of Bogotá. When you enter this notebook, you will actually find the notebook of a draftsman, an architect, a master builder, an ethnographer, a traveler or pedestrian of the city, or of all them. Also, a notebook in which you are invited to take part with your reading and comments. Feel free to contact us and, perhaps, in the future, you will be encouraged to participate in the convites that will be built around the city.
Al Barrio llegaron familias campesinas de Boyacá y Cundinamarca tanto desplazadas por la violencia bipartidista como buscando mejores condiciones de vida en la extracción de minerales en las canteras de los cerros de Bogotá.
Producto sonoro Nota: La quebrada Trujillo nace en los cerros orientales de Usaquén y desemboca en el río Callejas por la calle 127 con carrera 7ª. Esta quebrada surtía agua a los pozos Los Pinos y El Chuzcal.
De acuerdo con las verbalizaciones de los fundadores, en la actualidad, el primero se encuentra debajo de los edificios de estratos socioeconómicos altos construidos a partir de los años ochenta y el segundo está seco
El lugar inicialmente era conocido por sus habitantes como el alto de las mirlas, ya que habían muchos pájaros en la zona .
Habitante originaria de los barrios. Extracto de entrevista
Nota: En las canteras la mayoría de los fundadores
llegaron a trabajar y a vivir en ranchos, en estos lugares
establecieron lazos de parentesco y de compadrazgo
Producto sonoro La iglesia del Monte Carmelo se levantó en honor a la Virgen del Carmen y fue hecha con las manos de sus habitantes con las piedras de la cantera.
Fotos murales sobre la historia conjunta de las canteras a lo largo del tiempo.
“Antes no había nada profe… Eso era puro monte. Lo que había arriba eran canteras. Mi familia vivió mucho tiempo de eso, la gente se levantaba a las 3 de la mañana a sacar arena, de la arena salía la gravilla y la segunda [clase de arena] era mezclada, ya después de eso la gente llegaba en el día y la sacaban. Eso tocaba hacer colleros, le echaban pólvora y apenas decían fuego salíamos a escondernos, porque volaban esas piedras. Y ojo, se venía el barranco rodando del monte”.
El relato de Emma, una de las fundadoras, una mujer trigueña de baja estatura, terminó en el momento en que llegamos a la iglesia del Monte Carmelo. Allí me señaló el mural que habían hecho algunos jóvenes, junto a los líderes y algunos profesores de la Universidad del Bosque, con el objetivo de que los “muchachos” se vincularon más con la historia del Barrio(s). Le pregunté por la mano dibujada en la falda de la montaña. Esta, según Emma, representaba lo que el monte les había dado: el agua de la quebrada y los pozos, la leña para el fuego de la cocina, el poder cultivar, sembrar y cuidar animales… y por supuesto, la tierra para construir los primeros lugares que habitaron: los “ranchos”.
Quise saber más sobre el mural y el porqué de las fechas y los cuadros. Emma me señaló la cantera, representada de color amarillo, y los pequeños rectángulos de color café que se diseminaban a su pie: los campamentos, el verdadero origen del Barrio(s). Sólo a partir de ellos, me aseguró, podía entenderse la posterior historia. Una historia que en el mural aparecía representaba dentro de una especie de “marco”, en el que las imágenes contaban el pasado del Barrio(s) como uno solo, y que se narraba en tres actos y cinco escenas.
El primero de los actos, el antes, me dijo, podía verse en las primeras tres escenas, las de aquellos tiempos en que se trabajaba en las canteras y se vivía en el monte y que aquel mural resumía con tres imágenes de aquella cotidianeidad primera en una tierra que aún estaba lejos de convertirse en el Barrio(s). El trabajo de los hombres en las canteras, me narraba Emma con cierto orgullo, está representado en ese señor de sombrero y ruana que rompe piedras mientras una volqueta, al fondo, sube lentamente la loma. El papel de las mujeres se hace visible en la segunda escena, donde una señora con una falda azul y una blusa roja, cocina con leña en su “rancho”, y en la tercera, con esa señora lavando arrodillada en unas piedras a la orilla del río, mientras los niños juegan, siempre cerca de ella. Después viene el durante, el momento de las luchas y los sacrificios para conseguir el territorio, hacer las casas, tener los servicios públicos y los lugares comunes. Una imagen que quisieron plasmar, me cuenta, a través del trabajo conjunto con las herramientas que estaban al alcance de todos los vecinos que, con sus propias manos, participaron en la construcción del lugar. La última de las escenas, representaba el después, los barrios urbanizados y legalizados, entrando a formar parte de la ciudad, con unos pequeños cuadrados cafés que eran las casas y unos rectángulos algo más grandes: los edificios. Las fechas, me dijo Emma para concluir su relato, se las inventaron, al fin y al cabo, lo importante era que el mural mostrara de dónde venían.
Quizás mi primer encuentro con el mural no me hizo caer en cuenta de la importancia del monte. Pero, poco a poco, en mis conversaciones posteriores con los fundadores y los líderes, tomé conciencia de cómo este era el “marco” que siempre estaba en sus narraciones y que los vinculaba directamente con un pasado que no era tan lineal como el mural, sino bastante más complejo. Ese monte era el lugar al que llegaron y que comenzaron a habitar. Unas montañas que se elevan desde la llanura de la carrera 7 y que se extendían –y aun se extienden- hasta la zona de la Calera. Un bosque de pino, plagado de árboles con sus diferentes matices de verde y de piedras marrones… Colores que cambian y toman tonalidades diferentes, dependiendo del lugar por donde se camine y que se transforma radicalmente con la proximidad de las canteras y su estructura de piedras gigantes de diferentes tamaños, texturas y tonos amarillos. Este fue el monte al que llegaron y que paulatina y colectivamente fueron interviniendo, con el objetivo de transformar parte de esa naturaleza “salvaje” en su lugar. Un proceso que se relacionada con la “domesticación del espacio”, de la que hablan Duhau y Giglia (2008), y que incluye, además, procesos socioculturales.
Algunos autores utilizan la territorialización del espacio para hablar de esta apropiación, pero el concepto en su trasfondo tiene un énfasis más de tipo político. Por el contrario, el concepto de la domesticación del espacio que utilizan los autores tiene un componente más simbólico y cultural que se acerca más a lo que quiero trabajar.
El monte y la extracción en las canteras eran el punto de origen y la razón por la que los fundadores y líderes me hablaron en tantas ocasiones de una identidad común, de un sentido de pertenencia y de la forma como ellos eran en realidad “un solo barrio”, pese a estar divididos en cinco barrios con diferentes nombres. La transformación de este monte mediante la construcción de sus casas, se convertía, en palabras de los fundadores con los que tuve la oportunidad de conversar, en el escenario que les recordaba sus luchas pasadas y actuales por el territorio y la obtención de recursos. Un referente permanente de un antes, cuando llegaron y no había “nada” pero que ahora se transformó y se “llenó” para convertirse en un “monte domesticado”, diferente de ese “monte que no está transformado” como ese que ahora, me decía Emma señalando a la distancia, se puede ver por allá, mucho más arriba de la montaña. Estas conversaciones hicieron evidente para mí la manera cómo la producción de ese “monte domesticado” desde las experiencias de sus habitantes, debían pasar por la comprensión de un pasado, pues este hace parte de la construcción del espacio del Barrios(s) en el presente. El hecho, además, de que a la hora de hacer el mural hubieran optado por inventarse unas fechas aproximadas para tratar de ordenar linealmente ese pasado se relaciona sobre cómo este no es una verdad fáctica, sino que se funda en la experiencia de realidades acontecidas, transformadas en recuerdos personales y colectivos. Por las que el pasado es transmitido por recuerdos, memorias, historias y narraciones que son maleables y en las que pueden existir versiones dominantes en el presente que están en disputa con otras versiones del pasado. (Notas de campo, enero 2016. Ver Tesis Pulido-Chaparro, 2009. Entre las versiones dominantes del pasado de los barrios están las de sus fundadores ver almanaque pintoresco
Archivo comunitario Fotográfico sobre la historia de los barrios - Archivo Comunitario Luis Ernesto Gómez y familia Vela.
Unas montañas que se elevan desde la llanura de la carrera 7 y
que se extienden hasta la zona de la Calera un bosque lleno de
árboles de diferentes tonalidades de verde y piedras marrones.
Unos colores que cambian y toman tonalidades diferentes,
dependiendo del lugar por donde se camine. Un lugar que se
transforma cuando se aproxima a la Cantera, una estructura de
piedras gigantes de diferentes tamaños, texturas y tonalidades
de amarillos, que, aunque totalmente diferenciada del cerro, es
parte esencial de la montaña según los pobladores de los
barrios. Una relevancia que se relaciona con que fue
precisamente en la cantera donde consiguieron trabajo,
extrayendo, triturando y explotando las piedras, cimentando el
lugar de sus futuros hogares.
En este sentido, Rosa
expresa que “lo que había arriba eran canteras y se
rompían piedras. Mi familia vivió mucho tiempo de eso, la gente
se levantaba a las 3 de la mañana a sacar arena, de la arena
salía la gravilla y la segunda {clase de arena} era mezcladas,
ya después de eso la gente llegaba en el día y la sacaban”
.
Lola explica la práctica al explotar la cantera,
“tocaba hacer colleros, le echaban pólvora y apenas decían
fuego salíamos a escondernos, porque volaban esas piedras duro,
ojo se venía el barranco rodando (…)Ese material lo
recogían poco a poco.
“Las volquetas hacían 3-4
viajes al día”. Por tanto, la montaña tomaba vida en sus
relatos, le atribuían agencia, la percibían viva, agitada; unos
movimientos, “latidos”, que generaban tanto los
materiales de su subsistencia como derrumbes, deslizamientos,
muertes. En este sentido, Tito insiste en que “al monte
uno le tiene que tener su respeto”, porque igual que da
quita, como en el caso de Anita y María, quienes perdieron a sus
maridos arriba en la cantera: “mi esposo {el de Anita} se
vino un día a trabajar acá en la cantera, y un día de un momento
a otro le cayó el derrumbe, lo tapo y me tocó quedarme sola con
mis 4 hijos”.
Lo mismo le ocurrió a
María: “yo con mi esposo duramos como 6 meses y se le vino
una piedra y lo cogió y lo mató”.
Pero también
fue aquí, en el monte, cerca de las canteras, donde construyeron
los primeros lugares que habitaron, los “ranchos”,
hechos de lata y paja. Y junto a la extracción de la tierra,
trajeron y criaron animales, sembraron en la tierra, recogieron
leña para cocinar , comenzaron a pasear por la montaña,
convirtiéndola en su lugar de recreo, se casaron, tuvieron
hijos… En definitiva, el monte se fue convirtiendo en su
“hogar”. (Mayo 2014, Pulido-Chaparro)
Poco después, en 1982, se conforma el comité de vivienda para la construcción del cuarto barrio: Unicerros, con el que, tras una serie de reuniones y asambleas, se consolidó un grupo de 100 familias. En Unicerros las casas, de autoconstrucción, consideradas viviendas de interés social 6 , se hicieron de acuerdo al proyecto y la planeación de sus habitantes con la ayuda de la Universidad Gran Colombia. Fueron casas de tres tipos , todas con las mismas áreas, pero diferentes en su distribución y en el número de niveles. El arquitecto Carvajalino (1999), quien ayudó a la construcción, describe el caso de Unicerros como “una de las experiencias más participativas en la construcción de sus casas en el contexto de la ciudad” (p.152) ya que los pobladores participaron en todas las fases de la construcción desde la adecuación topográfica, el diseño urbano y arquitectónico, la producción de materiales, o la gestión y financiación del proyecto, hasta la autoconstrucción de las obras. Las familias que estructuraron este proyecto se dedicaban a actividades distintas a la de sus padres (quienes en su mayoría trabajaban en las canteras) como eran la construcción, el comercio u oficios informales. Sólo un porcentaje bajo de la población tenía trabajo estable en empresas formales. Es de destacar que, como señala Carvajalino (1999), en el momento de planear el proyecto las personas tenían “desde un principio, la idea de no repetir la imagen caótica –según ellos- de los barrios del sur, los pobladores de alguna manera objetaban cierto sesgo preventivo norte-sur, de allí el énfasis en Unicerros Norte” (p. 70).
6 Archivo Planeación Distrital. Carpeta Unicerros. 16 de agosto de 1990.
Al inicio de 1990, cuando se empiezan a cerrar las canteras, comienza la construcción del último barrio en la montaña: Bella Vista. Las personas que vivían en campamentos y no habían tenido la oportunidad de entrar en los tres proyectos anteriores, lograron que la familia Hernández les vendiera e incluso les diera lotes en la parte arriba de Unicerros para la construcción de sus casas. Este barrio fue categorizado por Catastro, en 1990, como un programa de interés social que tenía el propósito de reubicar a los habitantes de las zonas de antiguas y ya abandonadas canteras de los Balcones. En 1996, con el acuerdo 31 Del Concejo de Santafé de Bogotá, se establecieron normas de protección de los cerros con la finalidad de protegerlos no sólo del deterioro ambiental causado por la extracción de materiales, sino de la urbanización (Correa, 2000). Así, la conformación de Bella Vista comenzó con la reubicación de 52 campamentos en una Zona de Reserva Ambiental (ZRA) con una extensión de 11.886.53 m2 . Las construcciones de las casas terminaron en 1998. A diferencia de los proyectos anteriores, se trató de un proceso muy heterogéneo ya que cada quien fue levantado su casa con la plata que tenía, lo que además de dificultar la planeación, hizo más difícil también la consecución de los servicios y del conjunto de las infraestructuras necesarias.
En los años 1973 y 1975, se empieza a construir el barrio Pañuelito con un total de 105 casas de 72 m2 (6 de frente y 12 de fondo), destinadas a familias que trabajaban en la explotación de las canteras y que, en su mayoría, eran familiares de personas que ya vivían en Delicias del Carmen (Carvajalino, 1999). La construcción y adjudicación de estas viviendas estuvo a cargo de la fundación del Club Rotario junto al Instituto de Crédito Territorial (ICT)3. De esta manera, Pañuelito fue el primer barrio de la zona erigido mediante la modalidad de autoconstrucción dirigida técnicamente por el ICT. Este Instituto fue el encargado de la gestión técnica, es decir, de la planeación y dirección en la construcción de las casas que luego fueron entregadas sin terminar por el Club de los Rotarios, con el propósito de que los habitantes se fueran acomodando y acabándolas progresivamente de acuerdo a sus necesidades. Este apoyo del Estado a través del ICT se vinculó con la segunda oleada de políticas de hábitat latinoamericana que reconocía el valor de los asentamientos irregulares y procuraba programas dirigidos al
3 La Fundación tenía el objetivo de ayudar a familias de «escasos recursos» Archivo Planeación Distrital. Carpeta Pañuelito. 17 octubre de 1974.
El primer barrio en construirse fue Delicias del Carmen1. “Sus 5.000 mts2 de extensión inicial fueron segregados dentro de una porción de tierra denominada Las Delicias”2, que se construyó de forma gradual mediante un proceso de loteo.
Es decir, conforme iba teniendo la posibilidad, cada habitante compraba un lote. En la mayoría de los casos se hacían promesas de compraventas con los propietarios y los lotes se pagaban a plazos. La construcción de las casas la hicieron estos hombres y mujeres, literalmente con sus manos, de acuerdo a sus conocimientos de la materialidad y la construcción de viviendas.
1 Para la década de 1950, Delicias del Carmen, aparece denominado en la compra de un predio inscrito al catastro seccional de Usaquén. Así, para el 13 de enero, existió una porción de tierra que era reconocida con este nombre, pero no fue reconocida como barrio, sino que, se decía, pertenecía al Barrio San Gabriel, una antigua hacienda que después se convirtió en Cantera, la cual era dependiente de la zona de San Cristóbal Norte.
2 Archivo Planeación Distrital. Carpeta Delicias del Carmen. 22 de mayo de 1964.
El tercer barrio, la Esperanza, comenzó a edificarse cuando terminó la construcción del barrio de Pañuelito, en 1980. Allí, un grupo de familias fue apoyado en su iniciativa por el SENA 4 y por la Asociación Social Parroquial de Cristo Maestro, materializando un proceso de autoconstrucción comunitaria en un lote con una extensión de 5.540,37 m2. El proyecto constó de 43 viviendas de dos y tres pisos.
4 Carvajalino (1999) señala que el barrio la Esperanza tuvo la asesoría de la construcción del SENA, pero en el archivo no aparece dicha entidad.
Extracto de entrevista ¿Quiénes son los invasores?
“Bogotá es una de las ciudades socioeconómicamente más desiguales de América Latina, en la que el espacio y la clase se configuran como el eje vertebrador de la desigualdad. En este escenario, son precisamente los asentamientos de origen ilegal, como lo señala Renfrew (2013), el paradigma de estas inequidades, reforzadas, además, desde los discursos oficiales del Estado y sus categorías preestablecidas, en las que la pobreza se estigmatiza y se utiliza como sinónimo de ilegalidad.
Los barrios de autoconstrucción Delicias del Carmen, Pañuelito, Esperanza, Unicerros y Bella Vista se inscriben en esta desigual realidad. Surgidos a partir de la migración de familias campesinas de Boyacá y Cundinamarca en los años 50, sus primeros pobladores, gente en condición de pobreza que veían en la ciudad la posibilidad de mejorar sus condiciones de vida, adecuaron el territorio para construir sus casas a partir de un progresivo proceso de autoconstrucción tras conseguir trabajo en la extracción de minerales en las canteras de los cerros de la ciudad.
Si bien estos barrios, inicialmente, estaban ubicados en la periferia de la ciudad, debido al acelerado crecimiento urbano durante la segunda mitad del siglo pasado y a las transformaciones sociopolíticas y económicas de la ciudad, en la actualidad hacen parte de una de las zonas más privilegiadas de la ciudad, la localidad de Usaquén . Una ubicación que los conecta con los espacios más distinguidos de la ciudad y que la rodea de edificios de estratos socioeconómicos cuatro, cinco y seis, convirtiéndolos en barrios “consolidados” y de heterogeneidad socioeconómica.
Paralelamente, en estos barrios es posible ver un proceso de mejoramiento socio económico y espacial tanto en sus habitantes como en la materialidad del barrio. Unos cambios que implican, además, la transformación de las oportunidades de movilidad, de sus aspiraciones, y de sus posicionamientos sociales.” Por lo que muchos de sus habitantes se categorizan como “no pobres” o “clase media”.
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“Las fachadas como me dijeron varios protagonistas de la investigación, “son la carta de presentación” de sus casas. Estas se convierten en una forma de reclamar una posición en la ciudad, a través de sus colores, sus arreglos y materiales, que les permiten ser reconocidos (vistos) y respetados. Las fachadas son la imagen que quieren proyectar de si mismos al mundo. Desde la teoría, este fenómeno de las fachadas de las casas de autoconstrucción como elementos de diferenciación ha sido estudiado por autores como Klaufus (2000), quien sostiene que "el exterior es la representación del estado actual de los asuntos en el hogar y los planes para el futuro" (p. 353); y Holston (1991), quien afirma que la apariencia externa de los hogares es el espacio preferido para expresar sus ideas estéticas y obtener alguna distinción de su contexto social circundante. Algo que Carvajalino (2005) describe como los “engalles” de distinción entre los habitantes de barrios populares” Texto tomado de (Pulido-Chaparro, 2019) Para leer más ir a Pulido-Chaparro, (2019)
“Antes no éramos nada, ahora no somos todo lo que queremos ser”. Posicionamientos de clase en barrios de autoconstrucción de origen ilegal en Usaquén, Bogotá.
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Las características más comunes para los barrios de autoconstrucción de origen informal es que son construcciones que denota un proceso mediante el cual poblaciones de menores ingresos quienes para acceder al suelo hacen sus casas con sus manos, en parte o en la totalidad, bajo condiciones materiales precarias y bajo una serie de estrategias que les permiten resolver sus necesidades tanto individuales como colectivas (Gilbert, 1997; 2014) y que en algunos casos se han analizado bajo prácticas de sobrevivencia y resistencia o de ciudadanía insurgente (Holston, 1999), entre otras.
Unas construcciones que se ha dado tanto en Colombia como en Latinoamérica bajo ciertas circunstancias históricas, económicas, políticas y sociales específicas (Holston, 991; Gilbert, 1997; Alfonso, Hataya y Jaramillo, 1997; Moser, 2009; Hataya, 2010). El carácter informal, la mayoría de veces, se le otorga a estos barrios por el tipo de ocupación que se realiza del territorio.
En Colombia suele hacerse a partir de la ocupación de terrenos públicos y privados sin permiso estatal mediante procesos organizados de acción colectiva o mediante la compra individual o colectiva de un terreno urbano a un loteador que por lo general vende terrenos que no son de su propiedad (Abramo, 2008).
Esta última, denominada coloquialmente “urbanización pirata” es la que ha prevalecido históricamente en Bogotá (Jaramillo, 2008).
Las viviendas de autoconstrucción producidas en los años 50 en Bogotá y en Latinoamérica comparten un mismo proceso de relación con el espacio: la adquisición de un terreno, la construcción y legalización de sus casas y su consolidación.
Esta transformación en diferentes estructuras espaciales ha dependido de las necesidades, ciclos vitales y las trayectorias económicas de las familias. Por ejemplo, en la etapa de consolidación de estas viviendas se pueden ver casas multifamiliares con diferentes departamentos para las familias de los hijos de quienes construyeron la casa.
Así mismo, encontramos casas en las que vive la familiar original con algunos de sus hijos mayores, a la que le sigue haciendo arreglos con el fin de convertirla en un bien económico que va a ser heredada por los hijos o nietos. En este misma etapa, aparecen las casas como unidad productiva, esto es, se utiliza parte de la casa como negocio de familia para obtener recursos adicionales (Pulido-Chaparro, 2020)
La casa aspiracional trasciende su mera existencia como una estructura física; es un espacio material que encarna las aspiraciones y esfuerzos de quienes la habitan. Desde su fachada hasta cada rincón de su interior, esta vivienda representa la constante búsqueda de progreso y mejora en la vida de sus propietarios.
La materialidad de la casa se convierte en un reflejo tangible de los valores, ideales, aspiraciones y metas de sus habitantes, manifestando su deseo de seguridad, estabilidad y crecimiento tanto a nivel personal como social.
En este espacio se construyen recuerdos y se planifican futuros personales y familiares. Cada modificación, desde la elección de materiales hasta la disposición de puertas y ventanas, permite mostrar la importancia de la distinción y el deseo de formar parte activa de la ciudad.
Las nuevas configuraciones y arreglos en la casa reflejan un cambio de posicionamiento por parte de sus habitantes, quienes buscan dejar atrás la etiqueta de "pobreza". Es así que la casa aspiracional no solo representa un lugar de residencia, sino también una proyección de las identidades y aspiraciones de quienes la habitan.
Por lo que las casas son representaciones materiales y simbólicas de las realidades sociales, y de la presencia y ser en el mundo de sus residentes. En este sentido, la casa y las formas de habitarla y transformarla -abiertas, múltiples, inacabadas y/o subjetivas y cuyas fronteras no se pueden definir estrictamente-, se convierten en la metáfora de su lugar en el escenario social.
La casa para la gente en los barrios de autoconstrucción implica seguridad y estabilidad. Además, los vincula a sus raíces y es sinónimo de arraigo, de historias de vida y de emociones. Así mismo, es reflejo de la herencia futura, del patrimonio que les dejarán a sus hijos y nietos, como parte, también, del proyecto de ascenso social tanto económico como habitacional.
El ser propietario de una casa les permite entrar a formar parte de la sociedad, lo que, por consiguiente, concede derechos y deberes. Esto es, al tiempo que ellos se integran en el sistema de pago de impuestos y valorización, las casas se convierten en herramientas de rentabilidad económica, que, paralelamente, los jerarquiza en los estratos existentes.
Es así que la casa material, en estos barrios, se convierte, también, en una metáfora para entender estos posicionamientos de “no pobre”, configurando un amplio abanico de posibilidades y significados de clase media. Una posición social intermedia, múltiple, abierta, inacabada, diversa y nunca concluida, que contradice asociaciones planas sobre identidades sociales específicas.
En este mismo escenario, estar en la mitad, clase media implica, simultáneamente, un proyecto de diferenciación social que se materializa en los arreglos de las casas y en las salas, en las terrazas y en los pisos.
En estos se expresan las relaciones reales e imaginadas con, y frente a, un mundo externo, reconfigurando y reinterpretando, desde una agencia propia y aspiracional.
Queremos lanzar un proyecto innovador que busca explorar la etnografía del caminar. Hemos trabajado con jóvenes quienes han grabado sus recorridos, y ahora puedes ver algunas de sus experiencias en nuestra página. Esta iniciativa tiene como objetivo no solo documentar los movimientos peatonales, sino también comprender profundamente la vida urbana. Aquí hay algunas razones por las cuales creemos que esta estrategia es digna de exportar:
Comprensión de la vida urbana: El acto de caminar es esencial en la vida de la ciudad. Estudiar los patrones peatonales revela cómo las personas interactúan con su entorno y entre sí en el contexto urbano.
Exploración de la relación entre cuerpo, espacio y sociedad: El caminar proporciona una lente única para explorar cómo el cuerpo humano, el entorno construido y las prácticas sociales interactúan entre sí. Esta intersección revela cómo los espacios urbanos moldean el comportamiento humano y viceversa.
Captura de la complejidad urbana: Las ciudades son entornos complejos donde convergen diversas experiencias y realidades sociales. La etnografía del caminar nos permite capturar esta complejidad al observar cómo las personas navegan por los espacios urbanos, revelando tensiones, desigualdades y dinámicas sociales.
Perspectiva sensorial y experiencial: Al caminar, se activan los sentidos y se experimentan las sensaciones y emociones del entorno urbano. Esta perspectiva enriquece la investigación al proporcionar una comprensión más completa de la vida en la ciudad.
Abordaje de desafíos y oportunidades urbanas: Desde la planificación urbana hasta la movilidad y la interacción social, el estudio del caminar en la ciudad aborda una amplia gama de desafíos y oportunidades urbanas. Esto incluye la accesibilidad, seguridad, inclusión social y calidad de vida en entornos urbanos diversos.
Es así que la etnografía del caminar en la ciudad es esencial para comprender la complejidad y dinámica de la vida urbana. Proporciona una perspectiva única que integra la experiencia humana con el entorno construido y las interacciones sociales en el contexto urbano.
Si estás interesado en envíar tus videos o reflexiones sobre esta estrategia, no dudes en escribirnos al Convite Urbano
¿Qué es el Convite laboratorio visual?
El laboratorio el Convite visual tiene el objetivo de crear un laboratorio de productos audiovisuales, apostando por descubrir nuevas formas de percibir, de apreciar, de mirar y de sentir la ciudad. El método utilizado es una exploración experimental crítica y participativa con la comunidad, que busca la pertinencia e impacto social.
¿Cuáles son los productos del Convite visual?
-Fotografías de los barrios y de la ciudad.
-Cortometrajes visuales para el Convite Digital
-El documental Ellas, un homenaje a las mujeres adultas de los barrios.
Reseña del cortometraje “Ellas”
Delicias del Carmen, Pañuelito, la Esperanza, Unicerros y Bella Vista son barrios de autoconstrucción, ubicados en el norte de Bogotá (Colombia). En la actualidad, hacen parte de una de las zonas más revalorizadas de la ciudad en el que están viviendo un proceso de gentrificación. Al igual que una masa que se expande en la cabeza, como es el caso de mi abuela, la gentrificación va creciendo lentamente, amenazando la propia existencia de los barrios y la memoria tanto de quienes los habitan como de una parte de lo que somos como sociedad.
El siguiente es una reivindicación de la historia y la memoria de estos barrios, principalmente la de aquellas mujeres, ahora adultas mayores, que construyeron sus casas, sus calles, sus barrios con las manos. Escuchamos sus voces haciendo memoria de sus esfuerzos, de sus aspiraciones de “ser alguien en la vida” y de sus deseos de construir un hogar. Unos anhelos y esperanzas individuales y colectivas en los que se cimentó, también, lo que es Bogotá (Sandra Pulido- Chaparro, 2023).
Créditos: Dirección y producción: Sandra Pulido-Chaparro, Codirección: Silvia Villalba, Cámara: Silvia Villalba, Sonido y edición Néstor, Producción de Campo: Juliana León, Sonido directo: Hossein Jabbari, música original: Oriol Caro . Protagonistas: Fundadoras de los barrios : Elvia Palcios, Graciela Benitez, Araceli Rodríguez, Cecilia Hernández, Ana Dolores Ceballos, Clara Vela, nieta de fundador: Juliana León: nieta del fundador, Ex vecinas de los barrios:Luz Dary Mariño y María Victoria Pardo. La Profe: Sandra Pulido-Chaparro y su abuela Mariela Gil
¿Qué es el Convite sonoro?
El laboratorio el Convite sonoro tiene el objetivo inicial de crear un laboratorio de productos sonoros y radiales. El método que usamos es una exploración experimental crítica y participativa con la comunidad, que busca la pertinencia e impacto social. Nuestro trabajo parte del quehacer con y desde las comunidades de los barrios de autoconstrucción de Delicias del Carmen, Pañuelito, Unicerros, La Esperanza y Bella Vista de la localidad de Usaquén (Bogotá).
Buscamos, en estos lugares, volver a uno de los legados de los fundadores, la oralidad y la escucha, sentidos que han sido fundamentales en la construcción de los barrios: en el momento de la organización de la comunidad, en la comunicación para resolver conflictos, en la construcción y transmisión de las historias de los barrios.
¿Cuáles son los productos del Convite sonoro?
Talleres y elaboración de podcast.
Paisajes sonoros.
¿Qué es Carmela Radio Web Comunitaria?
Carmela Radio Web Comunitaria es un medio de comunicación, creado por y para la comunidad de los barrios Delicias del Carmen, Pañuelito, Unicerros, La Esperanza y Bella Vista de la localidad de Usaquén (Bogotá). Tiene el objetivo de construir y fortalecer tejidos sociales con la comunidad, a partir de la participación, escucha, diálogo y discusión de temas de interés de los habitantes de los barrios.
Se puede escuchar en: Link
Sandra Pulido-Chaparro. Psicóloga. Magíster y Doctora en Antropología de la Universidad de los Andes (2020). Tras su doctorado, obtuvo una beca de la Urban Studies Foundation (2021), que le permitió hacer un postdoctorado en el Georg-Simmel Center for Metropolitan Studies de la Universidad Humboldt, Berlín (2021- 2022). Se ha desempeñado como docente universitaria e investigadora, y ha realizado trabajos colaborativos con comunidades urbanas para la inclusión y apropiación de la ciudad. Sus últimos trabajos de investigación se han centrado en temas como: clase social subjetiva, clases medias emergentes, barrios autoconstruidos de origen informal, vida social en la ciudadanía, diferenciación social y desigualdad urbana. También está interesada en hacer que la investigación sea accesible al público y, en concreto, a las comunidades, mediante la elaboración de distintos materiales de difusión y artefactos tanto materiales como digitales En el Convite fue la directora, coordinadora, investigadora, y creadora de los diferentes productos del Convite
Link hoja de vida
Esteban Borrero: Dibujante y fotógrafo, ha participado en varias exposiciones y publicaciones de arte. Actualmente trabaja en el proyecto de talleres de artes y oficios en la Reserva El Silencio en Sesquilé.Lo puedes encontrar en : @elsilenciosesquile @eborreroll__dibujos @eborreroll. En el Convite, ayudó a pensar el concepto del ambiente digital y elaboró las ilustraciones para la página web y la exposición itinerante.
Mayi Alfaro: Psicóloga clínica y diseñadora gráfica con experiencia en diseño de producto y servicios digitales, énfasis en UX Researcher (análisis de usuario) y UX/UI Designer (diseño de la experiencia de usuario), enfoque en la mejora de la usabilidad, la accesibilidad y la interacción del usuario con productos y servicios digitales. En el ámbito sanitario con énfasis en diseño de juegos y productos gráficos con objetivos terapéuticos. Dirección: [email protected]. En el Convite, ayudó a pensar el concepto del ambiente digital.
Juan Manuel Gutierrez Pardo: Arquitecto Egresado de la Universidad Piloto de Colombia. Máster en Tecnologías Avanzadas en Construcción Arquitectónica de la Universidad Politécnica de Madrid. Tiene experiencia en docencia en la facultad de Arquitectura de la Universidad Piloto de Colombia, también es ilustrador, fotógrafo y artista plástico empírico. Lo puedes encontrar en: Linkedin como Juan Gutierrez Pardo. En el Convite realizó las cartografías de las casas, la descripción técnica de las fachadas, y el plano de Bogotá.
William Andrés Comas: Artista Plástico, ilustrador y amante del cosplay. Lo puedes contactar en: [email protected] En el Convite elaboró las ilustraciones para la página web y la exposición itinerante
Juan Camilo Ramírez: Director, Investigador y Guionista. Realizador de Cine y Televisión de la Universidad Nacional de Colombia. Actualmente cursa el Máster en Creación de Guiones Audiovisuales de la UNIR. Tiene una amplia experiencia en dirección y edición para documental, y para series documentales de televisión. Fue productor delegado en Señal Colombia y coordinador de proyectos audiovisuales en el Instituto de Patrimonio Cultural. Ha obtenido diferentes premios y reconocimientos nacionales e internacionales como India Catalina, los Premios TAL ( 2021), Selección Oficial del Science Film Festival (2022), Selección oficial del Prix Jeunesse International 2022 (Munich), Producción documental del FDC (2009) y selección oficial del Festival de Cine de Lima en (2012), Chicago Latino Film Festival y de la MIDBO (2011).En el Convite fue el asesor técnico del guión del cortometraje Ellas y del taller audiovisual
Silvia Villalba Martínez: Documentalista, Historiadora y Artista del Tiempo. Realizó un Máster en Documental de Creación en la Universidad Pompeu Fabra y trabajó en su proyecto fílmico en la HFBK de Hamburgo asesorada por Pepe Danquart. Silvia ha realizado diferentes obras audiovisuales donde ha abordado temas de la memoria familiar, la incertidumbre, la extrañeza con las diferentes formas de experimentar el tiempo. Directora de “A través del mar y mirando a destiempo" y “Julio” (Ganadora del Premio Séneca 2016), ha trabajado en edición, asistencia de dirección y producción junto a los directores Mareike Görnemann, David Reiber, Claudio Pazienza, Ricardo Íscar, y Alejandra Pujo. Ha trabajado en proyectos académicos, pedagógicos y culturales sobre historia barrial, historia de vida, archivos familiares y plásticos, historia oral y cine experimental en Bogotá, Barcelona y amburgo. La puedes encontrar en: https://ouioui2190.wixsite.com/silviavillalba; https://vimeo.com/silviavillalba. En el convite fue la co-directora del cortometraje Ellas y la camarógrafa de las hermosas imágenes del corto y la editora de los videos sobre los recorridos de la ciudad.
Néstor Betancourt: Comunicador Social y Editor con maestría en Documental de Creación y Montaje cinematográfico de la Universitat Pompeu Fabra, de Barcelona. Desde el 2008 ha trabajado en el medio audiovisual para diferentes canales de televisión, instituciones y empresas de producción. Lo puedes encontrar en Instagram: @nstrbetancourt. Página web: www.moviolart.com . En el Convite fue el montajista del cortometraje Ellas.
Juliana María Cristina León Vela: Estudiante de comunicación social y periodismo de la universidad de la Sabana, con énfasis en periodismo internacional y periodismo radial. La mayor parte la ha desarrollado en la elaboración de productos sonoros y audiovisuales. Es nieta de uno de los fundadores en los barrios de Delicias del Carmen. En el Convite fue la coordinadora del laboratorio sonoro y en la actualidad es la productora de la Radio Comunitaria Carmela.
Daniel Ciprián Colmenares: Comunicador social – periodista, especialista en comunicación educativa y magíster en Comunicación Educación en la Cultura. Cuenta con experiencia profesional liderando proyectos de medios escolares y comunicación educativa como herramienta para la construcción de paz. En la actualidad trabaja en el Colegio Ana Restrepo del Corral, ubicado en los barrios. En el Convite hace parte del grupo semilla de la Radio Web Comunitaria.
Clara Inés Vela: Nació y creció en los barrios, la mayoría de su vida ha trabajado con la comunidad, principalmente con las personas mayores del sector, la junta de acción comunal del barrio Delicias del Carmen, presidenta del fondo comunitario DEP por varios años. Es fundadora de uno de los jardines de unicerros con su madre y hermana. En el Convite hace parte del grupo semilla de la Radio Web Comunitaria, el archivo visual comunitario y realizó algunos videos para la página Web
Luis Ernesto Gómez: Habitante del barrio Unicerros y líder comunitario de la zona. Es presidente de la fundación Animate que se ubica en la zona. En el Convite hace parte del grupo semilla de la Radio Web Comunitaria y del archivo visual comunitario.
Juan Francisco Bernal Calderón: Estudiante de Antropología con especial interés y experiencia en antropología médica, urbana y métodos audiovisuales. Lo puedes encontrar en Linkedin: Juan Francisco Bernal Calderón. En el Convite elaboró varios paisajes sonoros y en un vídeo sobre recorridos de la ciudad.
Nereyda Esther Comas Chaparro. Diseñadora Industrial, Magister en Conservación de Patrimonio Cultural Inmueble. Trabaja en el área de la investigación e historia sobre los oficios y la cultura material. La puedes encontrar en Linkedin: Nereyda Comas @960tallerorfebre. www.960tallerorfebre.com. En el Convite fue líder en la exposición itinerante.
Mario Castro:Es un estratega digital orientado a resultados con más de 15 años de experiencia en marketing digital, especializado en SEO/SEM y diseño UX/UI. Ha completado más de 1000 proyectos. Sus servicios abarcan desde el diseño de identidad de marca y desarrollo web hasta el diseño de aplicaciones móviles y marketing digital. Para más detalles, puedes visitar su página web digit4l.co
I. Las diferentes salas que visité eran espacios abiertos que integraban sala y comedor. Entre ellas había una gran variedad acorde a las estéticas y representaciones personales, que iban desde espacios pequeños y oscuros, a lugares amplios y con estilos más actuales. En su mayoría, se decoraban con un sofá, una mesa de centro con vidrio, matas en las escaleras o colgando del techo, fotos de la familia, diplomas de los hijos, cuadros, carpetas de crochet, porcelanas (bailarinas, payasos, pocillos…) todas en un bifé o en un mueble mezcladas con algún otro objeto regalado, especialmente por antiguos jefes, como jarrones, cuadros, porcelanas… objetos que, desde su punto de vista, dotaban de distinción el espacio.
II. En una de las salas ví como en las paredes podía verse una multitud de diplomas de bachillerato y universitarios de sus cuatro hijos: uno de licenciatura en matemáticas, otro de dibujo y diseño en arquitectura, un tercero de cocina y el último de contaduría pública. Se trataba de una pared que materializaba los logros, el esfuerzo y la dedicación de sus hijos y, por extensión, los de sus padres quienes se sacrificaron para darles la educación que ellos no pudieron tener. De esta manera la sala se convertía en el escaparate del ascenso social de la familia y quedaba a la vista de cualquier persona que entrara a la casa.
III.
En la sala se materializa un deseo de proyectar un posicionamiento social ante un “otro” que no necesariamente es una persona concreta que vaya a entrar a la vivienda sino un otro abstracto contra el que se contrapone la experiencia personal. Así no haya visitantes, la sala permanece como la carta de presentación de la casa interna.
Ver Tesis Pulido-Chaparro
“antes no éramos nada, ahora todavía no somos todo lo que queremos ser" Ana: (...) "El 18 de mayo nos vinimos para acá entonces era ese el garaje. Estaba la alcoba y allá dormíamos todos cuatro y aquí era la cocina con el comedor, era solo una plancha y una puerta que había mandado a colocar aquí y las ventanas. No era más. Entonces los hermanos de Miguel (el esposo) vinieron y echaron tejas aquí, lo que es la cocina, el comedor y el baño. En el baño no había nada, no había taza, no había lavamanos, no había tina, no había nada entonces imagínese cómo era. Entonces, por intermedio de mi cuñada y de un programa de salud comunitaria salí favorecida con el lavamanos y empañeté el baño. Luego, mi suegra vino, ella todo será, pero dijo “y ustedes ¿cómo van a vivir así?, camine Ana y yo le regalo la taza”. Y ella me regaló la taza del baño y después ya Miguel empañetó abajo. Empezamos con la cocina, y con el patio. En el patio lo primero que hicimos fue una alberca. La alberca que hicimos es de la mitad de esta (me muestra la alberca).Sandra: ¿Y por qué tan grande?Ana: Eso era una alberca inmensototota. Ahí servía pa´bañarse uno. Y eso fue lo primero que hicimos en esta casa después de que nos pasamos, la alberca porque sufríamos mucho por el agua, entonces ya teniendo allá el agüita se lavaba, se guardaba agua pal baño, en las canecas yo recogía para comer y ya así, y yo era feliz así, yo no me cambiaba por nadie.Sandra: Claro, ya tenía su casa. Y ¿cómo se pasó al segundo y al tercer piso? Ana: Yo compré un poco de bloque y Miguel levantó las paredes y se hizo esta alcoba de aquí, la que queda detrás del televisor (me señala detrás del comedor) y nos pasamos para allá y dejamos los chicos allá. Les dimos las piezas y les dejamos allá. Luego Miguel Ángel tenía 14 años (el hijo) y se fue a trabajar y con el primer mes compró ropa y después me compró los bloques para levantar las paredes de la otra pieza, de la otra alcoba y así empezamos, ya Miguel empezó a levantar paredes. La segunda plancha se hizo cuando Miguel (el esposo) se retiró de Areneros el Diamante (otra cantera). Y él fue que construyó esta placa (me señala el techo del primer piso) y ya la otra que hay encima de esta, la ayudó a echar fue mi hijo, porque en esta, encima de esto, hay el apartaestudio que le digo que se le hizo a Rocío (la hija) y luego fue por allá y navegó (refiriéndose a Miguel en el trabajo) entonces vino y le echó placa a esto. Sandra: Toda esta casa tiene historia”.
Ana miró hacia el techo. Se quedó por un momento pensativa como si estuviera recordando toda una vida. Luego me miró y respondió:
“Ana: Mucha historia. Cada nivel fue un tiempo. Aquí se han dado muchas cosas, muchas, muchas cosas. Sandra: ¿Cuándo se terminó de construir completamente la casa?Ana: Nunca...Todavía no se ha acabado de construir. El patio está en los planes de acabarlo de construir. A la terraza que está encima del apartamento de Rocío (la hija) falta echarle tableta porque si no el agua se le pasa. Entonces no se ha acabado de construir, allá (me señala el garaje) hay que echarle paredes, hay que dividir. No, no se ha acabado de construir”.
Ana, al igual que otros residentes del barrio, me habló en muchas ocasiones de la historia material de su casa. Una historia que, necesariamente, se mezclaba con sus trayectorias y proyectos familiares. En el caso de Ana, sus recuerdos evocaban las múltiples inversiones y trabajos físicos de su esposo e hijo, así como el apoyo de otros familiares, el baño y su suegra, el techo y sus cuñados, señalando la configuración y combinación de relaciones sociales y materiales en y con la casa.
Paralelamente, cada piso de la casa implicaba también un momento, “cada nivel fue un tiempo”, un pasado material que hablaba de la vida familiar. Un tiempo que les supuso esfuerzo, reformas, nuevos órdenes espaciales y sociales en su habitar.
Así, las prácticas de autoconstrucción de su casa eran inseparables de la configuración de su familia y su hogar, como lo señala Ortega-Alcazar (2007) para el ámbito latinoamericano. Una producción de vivienda en la que prevalecía el “apego al lugar” dado por lo afectivo, pero también lo cognitivo y lo comportamental (Altman y Low, 1992).
La casa de Ana, como muchas de las casas de autoconstrucción del Barrio y de Bogotá todavía están en constante transformación, esto es, como me lo dijo Ana, la casa nunca se ha acaba de construir. Antes de finalizar la entrevista, le pregunté a Ana cómo se veía ella actualmente, me dijo: “antes no éramos nada, ahora todavía no somos todo lo que queremos ser”.
Ana me habló de su posición social frente a los otros, ya no eran “pobres”, pero tampoco eran “ricos”, estaban en la mitad. Al igual que su casa, ella se posiciona en el mundo social como parte de un proceso inconcluso, inacabado, ella es algo que todavía queda por hacer, algo que anhela ser” (Texto sacado. Ver Tesis Pulido-Chaparro
"Rosa, habitante de Delicias del Carmen, me contó lo siguiente sobre la terraza: “Yo, por lo menos, tengo mi terraza, y en la terraza tengo la lavadora y el lavadero. Tengo sillas para sentarse y asolear y tengo un cuarto, pero es destapado no tiene ventanas ni puerta y de resto es libre y se ve el paisaje y hay mucho aire fresco”.
La terraza-patio es el último lugar de la casa que se construye y uno de los espacios preferidos de los de la casa, razón por la cual fue uno de los que más me mostraron en mis visitas a la casa. Uno de los motivos era enseñarme el paisaje que desde él se veía: la montaña, la ciudad o ambas, dependiendo de la ubicación de la casa en los Barrios. Un recorrido en el que no solo me dejaban ver su orgullo por el lugar, sino que desde éste me mostraban como se apropiaban de la ciudad y de los discursos estéticos de “lo hermoso”. Me mostraban las “maravillosas vistas y paisajes” de su terraza como algo propio y excepcional, que los alejaba de otros barrios “marginales”
En algunas casas, la terraza-patio era en realidad una terraza-apartamento que disponía de una habitación o que era una terraza cerrada, algo que variaba de acuerdo a las necesidades, proyecciones estéticas y aspiraciones de cada familia. Este último piso de la casa era paradójico en sí mismo, ya que, a pesar de que en la mayoría de los casos se proyectaba como el último piso de construcción, es decir, el final de la obra y la consolidación de la misma, a su vez lo presentaban como el escenario potencial para seguir construyendo. Recordando lo que Ana me dijo: había que seguir arreglando, acomodando, porque la casa, como ella misma, seguía “haciéndose”
"
Los habitantes originarios construyeron sus casas con sus propias manos.
Un maestro de obras, de como se hace una casa de autoconstrucción.
Los barrios de origen ilegal de la prensa.
“Concepción Cruz, una habitante del barrio Arauquita, en los cerros de Usaquén, no tiene ni idea de que es eso del ingreso per capita. (...) Conchita, como le dicen sus vecinos, es un compendio de los problemas que afectan a los habitantes de la parte alta de estos cerros agrestes, de barrancos amarillentos y pendientes agotadoras. Se separó de su primer marido porque tomaba mucho y le pegaba. Con su nuevo compañero recicla cartón, latas y otros desperdicios en el barrio Toberín. Paga 100 mil pesos bimensuales por un lote del que no existen escrituras, cocina con leña y tiene un televisor a blanco y negro de 12 pulgadas que le regaló una señora del Toberín.”
Desde el surgimiento, en los años 50, de los barrios de autoconstrucción en el norte de Bogotá, los medios de comunicación han jugado un papel clave en las representaciones de estos asentamientos. Calificativos como “invasiones”, “barrios piratas”, “barrios marginales”, “barrios periféricos”, “subnormales” o “barrios deprimidos” han sido algunos de los términos más comúnmente usados a la hora de describirlos y referirse a la no reglamentación o a la no legalidad de los mismos, es decir, a señalarlos como lugares fuera de la ley. El fragmento de la nota reproducido habla del barrio Arauquita, y pone de manifiesto cómo los discursos se moldean para influir en la construcción de identidad de los espacios y de las personas que viven en estos barrios (Silva, 2003; Hiernaux, 2007; O’ Dougherty, 2002). Estos discursos no solo describen, reflejan o representan el orden social, sino que, a su vez, dan forma y remodelan las relaciones de poder entre los diferentes grupos (Cooper, 1994). Así mismo, pueden construir “realidades” y/o imaginarios para la comprensión y re(producción) del mundo social, que pueden afectar ideas y prácticas tanto positivas como negativas (Guano, 2004). A continuación, muestro el análisis de estos discursos a partir de la revisión que realicé del diario El Tiempo.
Volvamos algunas de las frases del texto citado: “Conchita, quien paga 100 mil pesos bimensuales por un lote del que no existen escrituras” y “quién no tiene ni idea de que es eso del ingreso per cápita”. Aquí la ilegalidad y la pobreza son equivalentes de manera inequívoca desde este tipo de narraciones, con las que se configuran una serie de imágenes marcadas por la espacialización y la valoración negativa de los lugares en los que se concentra la no legalidad y la pobreza. Con ellas, además, se relacionan ciertas problemáticas sociales que se traducen en la patologización de estos “cerros agrestes, barrancos amarillentos y pendientes agotadoras”, por “los peligros que se engendran en estas barriadas”, “los fantasmas que rondan las calles”, ya que “los barrios son una especie de cáncer para el desarrollo de toda ciudad” . Es así que los cerros, el barrio, la calle se criminalizan y también se convierten en “contenedores de pobreza”, “focos de inseguridad” y “lugar de problemáticas sociales”. Siguiendo con la misma noticia:
“Su hijo mayor, de 18 años, terminó el bachillerato y trabaja esporádicamente como albañil. Ni siquiera piensa en la posibilidad de que un día pueda ir a la universidad. El que le sigue, Helver, de 17 años, está recluido por cuenta del Distrito en un instituto para drogadictos; la quinceañera, Lucía, vive desde los 14 con un muchacho que trabaja en la rusa (albañilería) y ya tiene una hija de 10 meses. Apenas terminó la primaria. El menor, Miguel Ángel, tiene 2 años y vive rodeado de los juguetes que sus padres recogen en la basura. En medio de sus necesidades, Conchita, permanece alerta para que sus otros hijos no sean arrastrados por los peligros que se engendran en estas barriadas. Madres adolescentes, drogadicción, desnutrición crónica y enfermedades diarreicas, violencia sexual e intrafamiliar, peligro de deslizamientos masivos y surgimiento de pandillas son algunos de los fantasmas que rondan las calles. A la comisaría de familia de la zona, que atiende las 24 horas, llegan casos escalofriantes, como el de una niña de 11 años que ejercía la prostitución con dos hombres. Uno le pagaba dos mil pesos y el otro cinco mil. O el de un hombre que violó a su hija, se fue a la cárcel, y al regresar quería abusar de la niña (su hija-nieta) de tres años que había nacido producto de la violación”.
Es desde esta visión que los barrios de origen ilegal y sus habitantes se clasificaron como “pobres”, con un discurso que además los hace, como los señala Bayón (2012), “culpables” de su propia situación, de no hacer lo “necesario” por ellos mismos, resultado de una “cultura de la pobreza”, como en el caso de Conchita, cuyos hijos presentan ciertos rasgos comunes a su esposo que perpetúan la misma pobreza a través del desempleo, la adicción y el tener muchos hijos… Arauquita se convierte en un contenedor en donde se mezclan diferentes problemáticas tanto físicas, psicológicas, ambientales y sociales que se describen de forma patologizantes, “un violador que viola a una niña de 3 años producto de una violación”.
“Aun así, algunos habitantes se consideran afortunados. Buena parte de los barrios han sido legalizados, pavimentados y les están llegando los servicios públicos y el alimentador de TransMilenio”. Este es un tipo de discursos en los que nunca se critica el papel del Estado, por el contrario, se dice que “ha estado muy presente”, les ha “pavimentado, les ha brindado servicios públicos y transporte”, y que tampoco menciona en ningún momento los procesos estructurales que producen estas realidades, eximiendo al Estado de la obligación de ocuparse de ellos. De la misma manera que se hace con los espacios, estos discursos empujan a la criminalización de quienes los habitan, al señalarlos como causantes de todos los males sociales: las pandillas, la delincuencia, la drogadicción, el maltrato y la violencia familiar, etc., algo explícitamente señalado en la noticia que habla de Conchita.
Frente a estas noticias, encontré que estos barrios también se representan como “lugares de necesidades”, tal y como lo refleja el siguiente titular de El Tiempo. Una zona de grandes contrastes. Usaquén: canteras de necesidades.
Noticia del diario El Tiempo. Se trata, sin embargo, de otro tipo de noticias en las que, si bien, se vuelve a la cultura de la pobreza con un esencialismo del “pobre” (son noticias especializadas en los cerros nororientales y/o canteras que hablan de “barrios sumidos en la pobreza absoluta” o de cómo “La localidad de Usaquén también es pobreza, (hay 80 barrios subnormales), tiene zonas de alto riesgo”), podemos encontrar un discurso “más positivo”. Es decir, aquí se construyen unos discursos de necesidad tanto social como ambiental en los que se pide algún tipo de intervención y se habla de las personas como merecedoras de esa ayuda porque ahora la imagen de ese pobre patologizado cambia a la de “gente humilde, luchadora, verraca” o personas que tienen rasgos de comunidad, en la que “todos se ayudan” y a la de “comunidades que no se quedan cruzadas de brazos esperando a que las autoridades les solucionen sus problemas, sino que, por su propia cuenta, mejoran sus condiciones de vida”. “Así como la gruta, la iglesia, las calles y hasta los servicios públicos, llegaron a este cerro gracias a la lucha de miles de habitantes que a diario se dan a la tarea de cuidar, mejorar y embellecer su espacio (...) la comunidad siguió desarrollando su propia infraestructura con bazares, recolectas y mano de obra en grupo. Se construyó la primera escuela que servía también para celebrar la misa los domingos y en 1968 se inauguró el Colegio Fundacional Educación” (Diario el Tiempo, 2008). Este tipo de narraciones promueven las historias de superación de las personas que viven en estos barrios, en las que se resaltan valores de humildad y trabajo duro, subrayando las luchas para comprar lotes y vivienda y la tenacidad en la mejora de las condiciones de vida. La anterior noticia se refiere a Delicias del Carmen, se describe a sus habitantes como personas luchadoras, que cuidan el espacio y, además, el hecho de que “todos se conozcan entre si” hace que “puedan afirmar que viven en uno de los barrios más seguros de la ciudad”. Es decir, la construcción que aquí se hace es la de la imagen de una “comunidad homogénea” y devota de la Virgen del Carmen, lo que posibilita que sean inscritos dentro un orden moral de gente “buena” en comparación a los barrios inseguros en los que hay “crimen”. En esta misma tendencia pude encontrar noticias que hablan del Pañuelito como “un pequeño barrio ubicado en la línea equinoccial que separa los estratos seis y uno de la localidad” un lugar tranquilo en el que se representan la navidad y son devotos de la virgen del Carmen; de Unicerros como el barrio obrero de gente humilde que construyeron sus casas; y de la Esperanza y Bella Vista, como lugares donde se celebra la navidad de familias de bajos recursos. En este planteamiento de los barrios como lugares de necesidades y merecedores de intervenciones fueron surgiendo otros términos, cada vez usados con mayor frecuencia, como los de “comunidades vulnerables” o “lugares de riesgo ambiental”: “A la fecha (2017), 1.375 familias que estaban en riesgo fueron reasentadas y 1.745 mejoraron sus viviendas”, un tipo de noticias donde muchas veces el carácter de la pobreza se desvanece para centrarse en la idea de personas humildes o familias en riesgo” donde el Estado es –o debería ser- el encargado de “salvar las vidas” de estas personas que viven en lugares riesgosos como los cerros a partir de su reubicación y nuevos reasentamientos. Sin embargo, llegados a este punto aparece una paradoja, y esta es el hecho de que el mencionado riesgo, siguiendo a Zeiderman (2016), pareciera existir tan solo para unos ya que, en algunas zonas, la declaración de reserva ha permitido edificaciones exclusivas y cerradas en los cerros como puede verse en el mapa de Usaquén, en el que los grupos socioeconómicos altos (ver mapa 1) han edificado. Estas nuevas construcciones son nombradas por la prensa como “lugares de salvación del territorio” o “zonas de renovación y reactivación” . Al igual que sucedió con las crónicas de la conquista de América que fueron parte de la construcción de la leyenda negra y la leyenda rosa, podemos decir que, de alguna manera, la prensa resalta estas dos visiones que coexisten sobre los barrios de autoconstrucción y que en algunas ocasiones se solapan para los mismos barrios, como es el caso del Codito y Cerro Norte . Ambos discursos tienen en común la mirada de la cultura de la pobreza en la que se habla de “un otro” pobre que presentan características homogéneas, pero se distancian convirtiéndose en dos discursos diferentes: los de “la leyenda negra” que los ve como “barrios patologizados” (malos) y los de “la leyenda rosa” que los presenta como “barrios de gente que se supera a si misma” (buenos). En el caso de las leyendas de la conquista, su propagación se dio gracias a que no se hicieron preguntas sobre el por qué los autores escribían lo que escribían y/o cuál era la intencionalidad de los textos, por lo que nunca se problematizó el hecho que las crónicas son una construcción retórica que tienen como objetivo legitimar un proyecto político. Para nuestro caso, habría que preguntarse por qué en ninguno de estos dos discursos que coexisten, se enfatiza la dimensión social de las causas estructurales de la pobreza en las que el Estado tiene responsabilidad en la redistribución de la justicia social y se omite su responsabilidad sobre el crecimiento de la ilegalidad de la vivienda. Este tipo de discursos, como sucedía con las crónicas de la conquista, pareciera que estuvieran apoyando y legitimando un proyecto político de Estado, anclado en políticas económicas y que responsabiliza a la gente que vive en barrios con una historia de ilegalidad, representándolos bajo dialécticas miradas moralizadoras de “criminalización” y/o “superación”. Unos discursos que están cimentados en representaciones heredadas y vinculadas a factores sociopolíticos fundamentales en la configuración de los Barrio(s) como contendores de pobreza. Unas construcciones totalmente opuestas a las que configuran la localidad de Usaquén como un sector exclusivo, moderno, planeado y legal que hace parte y ejemplariza la ciudad formal. Tomando de tesis Sandra Pulido-Chaparro 2019 (pp 65- 62) .
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